miércoles, 17 de noviembre de 2010

El conflicto agente de cambio


Tomar posición sobre temas de estudio no es mi estilo aunque sé que es inevitable porque la emisión va unida al sujeto, sin embargo en esta oportunidad no puedo mantener esta linea porque todos somos parte del conflicto.


El conflicto es un proceso de confrontación entre dos o más partes ocasionado por un choque de intereses, valores, o acciones que tiene carácter permanente y movilidad.
Es una construcción social, propia del ser humano que pude ser positiva o negativa  según las perspectivas de los involucrados que alcanza organizaciones, naciones, asociaciones y bloques económicos y políticos.
Los conflictos son intrínsecos de todas las estructuras sociales e inseparables del cambio, lo que da la posibilidad de utilizarlo como agente del mismo mediante su conducción por estrategias en las que predomina la comunicación.
Sin procesos de cambio, los individuos, las comunidades, las empresas y los países serían incapaces de crecer,  desarrollarse y aplicar nuevas formas de relacionamiento utilizando las capacidades de la tecnología.
El conflicto es inherente a la sociedad y constituye una fuente de cambio producto de relaciones entre partes que siempre llevan implícito un problema de poder en un proceso de interacción altamente dinámico.
Sin embargo el conflicto siempre es una oportunidad para algo por lo cual la lucha por el control de su conductividad es  permanente ya que la interpretación del cambio otorga una posición dominante como consecuencia que el espacio Sico - social es generador de nuevas formas de comunicación y esta la esencia del control de los factores del potencial.
Los factores sobre los que se puede incidir para operar sobre el cambio son el político, el legal, el económico, el social y la intercomunicación,  en el político hemos visto usar la fuerza, en el legal el manejo del derecho en el plano de las organizaciones internacionales, en el económico el dirigismo financiero, en el social alterando la relación entre la enseñanza, el  trabajo, la vivienda,  la salud y la seguridad.
Los desencuentros, las desigualdades económicas, los reclamos por abuso de autoridad, pueden ser algunos de los factores desencadenantes de importantes conflictos dentro de una sociedad. Quienes se ocupan de este, tanto para explicarlo como para proveer una solución al mismo ya sea a través de la vía de la integración o la coacción, son las teorías del conflicto social, ampliamente difundidas en el campo de la sociología.
Con el desarrollo de la teoría del conflicto, éste comenzó a ser visto como un aspecto funcional de la sociedad. En la antigüedad, el conflicto era analizado desde una perspectiva moral  como la Guerra Santa o justa. También podía ser tomado en cuenta como el derecho a la rebelión o como una consecuencia de la mencionada lucha de clases. A partir del funcionalismo y de la teoría del conflicto, pasó a considerarse como una relación social con funciones positivas para la sociedad, siempre que pudieran mantenerse bajo control su potencialidad destructiva y desintegradora.
En el Estado contractual moderno que supuestamente se constituye a partir de la libre decisión de los individuos, el derecho a la participación pone al ciudadano en el centro del conflicto y lo enfrenta colectivamente con los intereses económicos vigentes.
El primer síntoma de la crisis estructural de un estado de derecho, es la brecha entre la conducta pública y la Constitución que la regula, la corrupción, el manejo prepotente de las mayorías  parlamentarias conduce a la sociedad a una crisis moral sin capacidad de respuesta ante situaciones sociales tan delicadas como la violencia generalizada y el saqueo del país sin los controles Constitucionales.
Entonces el orden democrático en el cuál debería primar la responsabilidad jurídica de los funcionarios públicos y de los ciudadanos, se destruye ante una acción irresponsable e interesada de la justicia que generaliza la crisis moral complicando todos los males sociales.
La actual filosofía política que impuso el desplazamiento del poder a favor de las clases menos protegidas las convirtió en las menos productivas creando una contradicción implícita que implica la negación de la justicia social y la concentración de la riqueza fuera del País, limitándonos a ser proveedores de insumos.
Ingresamos en un siglo en que privilegiar las masas desposeídas con recursos de la población es una estrategia capitalista a la que se subordinan los gobiernos detentados por quienes ayer se oponían violentamente a la explotación de los estratos más sumergidos en un mundo de globalización económica.
La incapacidad y la pérdida de privilegios que implicaría ordenar el sistema por parte en una economía de alcance mundial necesita de la concentración de fuerza para imponer la voluntad y el control de los medios de comunicación que han sido relegados al rol instrumento del poder político.
Los nuevos dogmas incuestionables en la que prevalece una correlación de fuerzas esencialmente económicas ahoga la política de masas bajo los principios liberales del capitalismo sin control, impulsados por un sistema jurídico que paradójicamente se ha convertido en generador de conflictos y destructor de los valores predominantes.
Si se remiten a la imagen que ilustra este artículo encontrarán los elementos que es necesario organizar para reorganizar la sociedad y erradicar el conflicto, pero claro bajo un manto de ética y moral que nos devuelva la identidad, lo demás es imagen.







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